DE LAS CARTAS Y EL OLVIDO

  
   Queridos Reyes Magos,

   Espero que al recibo de la presente os encontréis bien y de regreso en vuestras casas. No sé si habéis hecho todo el trayecto de vuelta en camello y ferry o habéis aprovechado el AVE de Medina a La Meca para ahorraros unas horas. Bueno, la verdad es que como no sé exactamente de dónde venís ni a dónde vais... es que es tan grande el Oriente...
   Como ya os habréis dado cuenta, este año no os he enviado mi tradicional carta. Me he cansado de pediros imposibles tales como acabar con la corrupción, el terrorismo, la desforestación y cosas así. Creo que ya entendí el mensaje: los Reyes Magos no están para hacer realidad lo que es posible hacer con nuestras propias manos; más que nada como deber moral y como responsabilidad con el resto de la Humanidad y el Planeta. OK. Entendido.
   Así pues, este año me he conformado con esperar a verlas venir y conformarme con cualquier detallito. Y es por eso que ahora os escribo esta carta de agradecimiento.
   Como ya sabéis (qué guay ser mago y saberlo todo) hace ya algún tiempo que el Dr. Alzheimer visitó nuestra casa, pero desde el pasado mes de octubre se ocupó en exclusiva de atender a mi madre y la vida y la luz se han ido de sus ojos definitivamente. Así es que, con este panorama, entre otras cosas, la verdad es que me importaba bien poco este año vuestra carta y los regalos.
   Pero, decía mi abuela, "Dios no se queda con ná de nadie" y puedo decir que este año he tenido suerte con mis regalos. El 5 de enero, por primera vez en 3 meses, el Alzheimer se olvidó de mi madre durante dos o tres segundos y mirándome a los ojos me sonrió brindándome un beso y un "¿Te pongo un café?". Fueron sólo un par de segundos, no más, pero lo suficiente como para hacerme revivir miles de besos y abrazos de una vida dedicada a su casa, su marido y sus hijos; una vida entera de sacrificio y trabajo que desaparece de la noche al día, como por arte de magia.
   A mí no me vale que me digan que nosotros somos la memoria del que se va, que nosotros recordamos por ellos. No me vale. La memoria es consciencia y conciencia. Y quien se queda sin memoria pierde la esencia de lo que es ser persona; sencillamente pasa a convertirse en una vasija rota en la que nada puede verterse porque nada puede retener. Me descojono con los libros de autoayuda y divulgación que te explican muchas cosas, pero que no te cuentan cómo convivir con un zombi, cómo acostarte cada noche con la imagen en la mente de tu ser querido muerto en vida; cómo sobrevivir al cargo de conciencia de haber llevado a tus padres a una residencia... y mil preguntas más que te haces a cada instante.
   Pero volviendo a esos 2 o 3 segundos de cuasi conocimiento y reconocimiento de mi madre, sólo os puedo decir que gracias y mil veces gracias Majestades.
   Y gracias también por vuestro segundo regalo.
   Andaba yo la mañana de Reyes levantada desde bien temprano con mi café y mi cigarrillo, disfrutando de mi hora mágica; ésa en a que todo anda en silencio y en la que aprovecho para leer, escribir o simplemente 'comerme un poco el tarro'. Y andaba precisamente rememorando el instante fugaz del reencuentro con mi madre el día anterior, -y justo pensando que ése y no otro había sido vuestro regalo para mí-, cuando a través de las paredes de papel de la casa se oyó un estallido de gritos, chillidos y risas de tres pequeños que acababan de descubrir los regalos que les habíais dejado.
   Sencillamente, fue una maravilla oír aquel estruendo. Risas y algarabía de niños pequeños corriendo por toda la casa despertando a sus papás. No pude ver sus caras pero fue fácil imaginarlas.
   Me limité a seguir escuchando en silencio y lloré. Lloré de alegría porque estos peques me alegraron el corazón.
   Me volví a mi perrita, mi Almendrita, que me acompaña cada día en mi hora mágica, desde hace más de un año, y le dije que ya nos podíamos dar por satisfechas. Que nosotras ya habíamos tenido nuestros reyes completos: el abrazo de una madre y la risa de un niño. Demasiado. Y eso que ni siquiera os había escrito la carta este año.
   Esa mañana, mi Almendrita y yo nos bajamos a nuestro paseo matinal más felices que perdices. Jugamos, corrimos, nos manchamos de barro, comimos chuches y regresamos a casa cuando nos dio la gana. Sin más.
   Así es que, mis queridas Majestades, GRACIAS con mayúsculas. Y como dice mi querido y admirado #J.J. Benítez, el mensaje ha sido recibido ALTO Y CLARO.
   Esperando veros pronto, recibid el más afectuoso de los abrazos de vuestra amiga siempre.


Nota:
Desconozco la autoría de la foto, pero cito la web donde se encuentra alojada. Respetando los derechos de autor, si algún lector conoce la autoría, puede hacérmela llegar para nombra al autor/a correctamente.

Comentarios

  1. La vida nos maneja a su antojo, momentos de alegría y otros de dolor. A ti te ha tocado el corazón con lo que más duele, tus seres más queridos. Deseo que a su vez, la Vida, el destino o quienquiera que sea el administrador de nuestra existencia, te dé fuerza y ánimo para seguir adelante, te compense y llene tu vida de felices acontecimientos.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Anónimo. Yo creo que a pesar del dolor de una situación, que por desgracia afecta a miles de familias, hay que saber encontrar alegría en los pequeños momentos y detalles. Es lo que he pretendido compartir. Gracias por tu lectura y tu comentario.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

MADRID TIENE MADRUGADAS...

EL REGRESO

LA CONDENA DE PEPE BRETÓN