MENOS BASURA Y MÁS CONDONES
Sigo con mi manía de recoger conchas cada mañana; bueno, si no de recoger, al menos de buscarlas porque este año está la cosa chunga. Hasta para las conchas hay crisis 'cawentó'. Cada día es más difícil encontrarlas. Pero mientras voy y vengo, por el camino me entretengo, que dice la copla. Recorrer la playa buscando las dichosas conchitas tiene su aquél, a ver qué se han creído ustedes. Para mí es un ritual. Primero me embadurno en protector solar. No uso bronceador porque si no, a los dos días, podría sentarme con Baba y con Omar en el top-manta del paseo marítimo y pasaría totalmente desapercibida entre ellos. Como rabito de morcilla, oiga. Factor de protección 50, por si acaso. A continuación enfundo el pelo en una gorrita, me pongo mis zapatillas para el agua, para andar mejor sin ostiarme a la mínima de cambio (por aquello de EL QUINTO METATARSIANO; no sé si se acuerdan), y hala, a deambular por la orilla hasta el final de la playa y volver. Mi 'santo'